Por: Milton Picon Díaz
NOTA: Este artículo fue publicado hace unos años atrás en respuesta a una columna publicada por la Sub Jefa de Información del periódico “Primera Hora”, Adria Cruz, periodista premiada por organizaciones homosexuales norteamericanas por su cobertura en favor de la agenda gay. Todo este debate de los grupos profamilia en contra de la cobertura parcializados de los periódicos “El Nuevo Día” y “Primera Hora”, siguen al día de hoy, a pesar de los varios diálogos sostenidos entre el liderato pro familia del país con la Junta Editorial de los antes mencionados periódicos y sus principales ejecutivos y dueños. Se acerca el tiempo y el momento de hablar en el único idioma que entienden esta gente, con cientos de miles de personas enviando un mensaje claro a estas empresas de que están cansados de la cobertura parcializada, de la feminización de sus líderes y sobre todo del doble estándar de un periódico que habla de democracia, pero censura sistemáticamente.
En días pasados leí una columna publicada por uno de los periódicos del país titulada “La Moral en Calzoncillos”, en donde se lanzan una serie de ataques a las posiciones asumidas por las organizaciones Pro-Vida, Morality in Media y Clamor a Dios durante la semana pasada. Me refiero a los señalamientos hechos en contra de la candidatura al Senado de parte de la feminista Margarita Ostolaza.
Cuando nuestras organizaciones hicieron estos señalamientos sabíamos de antemano que las organizaciones feministas y lésbicas lanzarían de inmediato su contraofensiva. No nos equivocamos, las últimas comenzaron de inmediato, respondieron en menos tiempo del que estamos acostumbrados a que salgan publicadas cartas de riposta en los periódicos. Pero lo hicieron con los estilos muy peculiares de este tipo de organización, que son los de esgrimir “clichés”, “poner etiquetas”, lanzar las palabras preferidas de su arsenal dialéctico, todo, menos discutir el detalle de los planteamientos que hacemos.
Aunque no es nuestra costumbre el contestar todos los ataques que le hacen a nuestras organizaciones, siempre hay su excepción. En este caso muy particular decidimos hablar, porque quien escribe y lanza ataques no es nada más y nada menos que una periodista y la subjefa de información de un periódico. Una persona que tiene en sus manos el poder para ejercer censura sobre ciertas opiniones e ideas de personas que no estén a la par con las que ella comulga, y que inclusive lo sugiere en su columna, como más adelante explicaremos.
Uno de los argumentos que esgrime la periodista Adria Cruz contra Carlos Sánchez y este que escribe, Directores de Pro-Vida y Morality in Media, respectivamente, a los que llama “esos dos individuos” e inmediatamente procede a etiquetarlos como “autoproclamados padres de la moral”, es que ella no entiende como periodista el por qué en Puerto Rico pasan unas cosas. ¿a qué cosas se refiere la periodista? En primer lugar a que ella no entiende el por qué estas dos personas tienen tanta exposición a través de los medios de noticias. La respuesta es simple, porque los periodistas nos llaman para pedirnos reacciones y porque cubren las actividades que realizamos y porque somos de los pocos líderes religiosos en el país que no nos escondemos de los medios. Algo que Adria Cruz debería entender es que nosotros no corremos detrás de las cámaras y grabadoras de los periodistas. En la inmensa mayoría de las ocasiones con la única excepción de la radio, la inmensa mayoría de la cobertura de prensa escrita y televisiva es negativa no solo a nuestras personas sino a nuestras organizaciones, por lo que nosotros no necesariamente estamos muy contentos que digamos cuando nos entrevistan personajes de la prensa escrita y televisiva, porque sabemos que lo que van a decir al otro día es lo que les conviene a ellos decir, y no lo que nosotros contestamos. Por otro lado, el 85% de los comunicados de prensa que Morality in Media envía a los medios termina en los zafacones de muchas redacciones, posiblemente porque llegue a las manos de periodistas como Adria Cruz que tienen ya unas ideas preconcebidas de lo que es ético y moral y a los cuales no les interesa darle curso a unas informaciones con las que necesariamente no están de acuerdo. Son parte de un nuevo tipo de periodista que piensa que el cubrir noticias objetivamente es parte del pasado y ahora hay que ser subjetivo y tomar posición en cuanto al tema que está cubriendo, aún a pesar de que no entienda un divino de lo que está reportando. En los Estados Unidos vemos como hay organizaciones noticiosas que, por ejemplo, reclutan personajes del mundo de la economía y los convierten en reporteros que saben de lo que hablan y conocen de lo que preguntan y los asignan a cubrir noticias y sucesos de carácter económico. Triste es el caso de miembros de la prensa local que quieren meterse a teólogos o eticistas sin tener ningún tipo de preparación para hacerlo.
Los grupos moralistas y religiosos hemos estado tomando una participación activa en asuntos públicos que se relacionan a la ética y la moral y que en ocasiones generan controversia, pero no lo hacemos por la controversia “per se”. No corremos detrás de los medios, los medios nos abordan y les contestamos. Todavía en el país hay periodistas serios que entrevistan en una forma seria, responsable, firme y aguda y dejan en las manos del pueblo el que tome decisiones a base de lo que escucha y lee, brindándoles siempre toda la gama de opiniones que pueden existir alrededor de unos temas. Sin embargo hay otros que se acercan porque quieren vender un producto, que en este caso es la noticia. ¿Y qué hacen para mantener al público ávido de más información, para que regrese día a día a buscar más y más? La fórmula ganadora es atraer al público en búsqueda de la próxima edición ofreciendo la noticia en forma de “strip-tease”. Lo último que desean los editores de los medios es el final de una buena historia que vende. Por eso tenemos por días “Las Aventuras del Amolao”, ¿qué disparate dijo ayer, cuál dirá hoy, cuál será el de mañana? Todo esto a pesar de lo insípido de lo que se está reportando. Algo similar ocurre con la controversia de la candidatura de Margarita Ostolaza. En menos de 72 horas se han publicado decenas de reportajes. Todos ellos tratando lo mismo, la controversia, el dime y direte. ¿Cuantos periodistas se han preocupado por ir detrás de los argumentos, de lo sustancial, de lo importante? Se pueden contar con los dedos de una sola mano los que han hecho preguntas inteligentes acerca del tema. En los Estados Unidos los editores tienen un dicho: lo que sangra, deja rastro, en otras palabras la noticia que genera interés es la de la controversia, la que pone de frente a las personas a punto de ebullición, la que no tiene fin.
En cuanto al tema del aborto, la homosexualidad y el feminismo radical, la periodista señala que: ¿quiénes son estas personas moralistas para estar dando opiniones de acuerdo a su propio Código?. Nosotros no tenemos códigos personales, escritos e interpretados por nosotros mismos. Hablamos de lo que son las normas que nos impone la tradición judeo-cristiana a través de Las Sagradas Escrituras. Que hayan personas en Puerto Rico que sean ateos prácticos y que no crean en ninguna religión, eso es algo que respetamos, pero nadie nos puede quitar el derecho a creer lo que creemos y a decirlo. Adria Cruz utiliza un argumento muy difundido entre los militantes de muchas de estas causas anti-cristianas y es el hecho de presentarnos como personas que si señalamos algo negativo tenemos toda la responsablidad del mundo de arreglar todo aquello que decimos que es malo. Yo le preguntó, ¿si usted viera a una persona saludable golpeando y maltratando a un deambulante, usted no tiene todo el derecho de señalar esto como una atrocidad y llevar una campaña para tratar de detener el abuso contra esas personas? La respuesta es sí. ¿Y que le contestaría a alguien que le dijera que si usted se envuelve en ese tipo de campaña usted es una hipócrita si no se lleva a su casa a cada uno de los deambulantes que dice defender? La periodista hace una pregunta bien audaz, dice que nos la deja en asignación. Nos pregunta que ¿cuántos asilos para huérfanos mantenemos y cuántos niños abandonados hemos adoptado? Creo sin lugar a dudas que si algunas personas fueran más responsables, lejos de publicar “clichés” deberían contestarse en primer lugar las preguntas que pretenden hacerle a otros. Si lo hicieran no estarían predicando la moral en “pantaletas”. Curiosamente usted llamó su columna la “Moral en Calzonzillos”. Llámenos y le contestamos estas preguntas, se sorprenderá.
Por otro lado entiendo que es una falta de respeto de usted y del periódico en que se desempeña como sub jefa de información el decir que las personas que tienen nuestras mismas ideas, creencias y convicciones son “hombres y mujeres confundidos”. Eso es un insulto gratuito a un segmento que no es minoritario en Puerto Rico. En las filas de muchas iglesias evangélicas y pentecostales de este país hay personas que están mejor educadas y preparadas que usted.
Por último le diré que se vaya acostumbrando a escuchar otros puntos de vista diferentes a las suyos. La Iglesia Evangélica y de Avivamiento en Puerto Rico ya nos nos tragamos la sugerencia de políticos, analistas y otros de relegar la prédica a los púlpitos y a las cuatro paredes de las iglesias. Nadie nos va a decir que tenemos que vivir una religión privatizada. Los señalamientos hacia destacados líderes evangélicos del país como lo son los Reverendos Jorge Raschke y Rodolfo Font, son totalmente injustos. ¿De dónde saca la periodista el que el liderato del Rev. Raschke está en decadencia. ¿El que una persona tenga dificultades familiares o esté en un proceso de divorcio, lo lanza al ostracismo y ya no puede hacer ningún señalamiento público? No creo que todas las personas que hayan atravesado ese tipo de crisis personales estén de acuerdo con la periodista. Se ataca al Rev. Font y al programa que dirige y transmite en su cadena llamado “El Tribunal del Pueblo”. ¿Por qué? Porque se llevan a líderes políticos al mismo y se le hacen preguntas que muy pocos periodistas se atreven a hacerle a candidatos. Porque se les preguntan sus posiciones en torno a asuntos morales y hay personas que por las razones que sean detestan ese tipo de preguntas. El electorado cristiano las tiene y edición tras edición las hacen por centenares y ellos son parte del pueblo también.
En cuanto a su último planteamiento, en términos de señalar su preocupación de que los “periodistas corran detrás de nosotros para grabarnos la opinión y difundirla al país”, no queremos imaginar que es una sugerencia para que otros compañeros suyos o de los de su propio periódico se den ahora a la tarea de censurar nuestras informaciones, porque si así fuera, usted no tendría la más remota idea de lo que es vivir en una democracia.
El autor Milton Picón es ministro evangélico y Presidente
y Fundador de Morality in Media de Puerto Rico